"MIEDO: aquella muralla que separa lo que eres de lo
que podrías ser". No sé ustedes, pero a mí lo que más miedo me da de esta
frase es la desconfianza, y estoy cansada de que tengamos que desconfiar de
nosotros mismos, ya que no creemos en nuestras propias posibilidades ¿Y por
qué?, por miedo.
Siempre nos hacemos las mismas preguntas: ¿Y si fracaso?, ¿Y
si se ríen de mí?, ¿Y si me dicen que no?... Tenemos miedo a avanzar y a
arriesgarnos, cuando en realidad deberíamos preocuparnos si no hiciéramos nada.
Nos pasamos la vida siguiendo la corriente de lo que la sociedad espera de
nosotros, ¿y por qué?, por miedo a no ser respetados, a no encajar con los
demás.
Dejamos escapar la magia de nuevas experiencias, de una
sonrisa, de una mirada o simplemente de una conversación ¿Y por qué? por miedo
a ser rechazados.
Huimos de esos sueños que no parábamos de gritar cuando
éramos pequeños, o de aquellos en los que pensamos cada día al apagar la luz
antes de dormir, ¿y por qué?, por miedo a equivocarnos.
Ponemos una excusa tras otra y tras otra que nos impiden a
seguir adelante, porque claramente es más fácil poner un escudo que poner una
tirita.
Nos autoconvencemos de que nuestra vida está bien como está,
no dejando ni una mísera oportunidad a esas personas maravillosas que pasan muy poco por nuestras vidas, ¿Y por qué?, por
miedo a no ser amados.
Cambiamos, nos ocultamos tras una máscara, a veces incluso
creamos personalidades para ocultar nuestra propia forma de ser, ¿y por qué?,
por el maldito miedo.
No nos damos cuenta de que lo mejor que podemos aportar a
nuestra vida y a la de los demás es ser nosotros mismos. Por esta razón,
siéntete orgulloso de ser como eres, valora tus posibilidades, pero, sobre todo,
valora tus defectos, ¿y por qué?, porque esos son los que te hacen diferente al
resto de la gente.
Y ahora piensa en una cosa: ¿Qué harías si no tuvieras
miedo?